Del Abogado Amigo

¿Cambio generacional? ¡El cambio de mentalidad, va!

Luis Torre Aliyán


El león cree que todos son de su condición, dice el refrán.

Recuerdo que en enero de 2018 en una columna que titulé: “2018: El Inicio del Futuro” puse en la mesa entre otras cosas que, ¿Quiénes creían a estas alturas en personajes de la política nacional como Manlio Fabio Beltrones, o en la moralidad de Diego Fernández de Cevallos? Haciendo énfasis en que debía haber un cambio generacional, que esa generación de políticos tendría que ir pensando ya en dedicarse a otra cosa, que nos había decepcionado y, literal, defraudado.

Pero, ojo, nótese que en ese texto que escribí hace casi 3 años, al hacer alusión a “cambio generacional” no me referí al cambio de edad de quienes participan en política, sino al de mentalidad. Va de nuevo: ese cambio generacional al que me referí y me refiero hoy, no es una cuestión de años, es de principios. No es de jóvenes o adultos pues, de hecho hay jóvenes vigentes que vienen cargados y recargados de los vicios de sus padrinos; se trata de la forma de concebir la política: de mentalidad.

Y es que previo al cambio democrático que se dio en 2018 en nuestro país, un puñado de políticos oportunistas que hicieron del capitalismo un materialismo voraz, fueron castigados en las urnas y por lo tanto desterrados de la vida pública nacional pues el pueblo mayoritariamente optó por un cambio de régimen.

Sin embargo, con mucho menos poder político y económico existen también hasta en lo municipal personajes y poderes fácticos que se rehusan a entender que sobre sus nombres y sobre sus carreras pesa un enorme hartazgo social del tamaño del que se respiraba en 2018 cuando reinaba la corrupción prieñanietista y la estela calderonista. ¿Por qué? Es simple: consideran que la ciudad les pertenece y nunca ha sido así, aunque la ilusión elitista de asumirlo se apoderó de ellos hace años.

Dicho de otra manera: en Victoria, increíblemente junto con el arranque del año electoral 2020-2021 se empiezan a ver caras y a escuchar voces de

personas que lo mismo han pasado por una diputación federal; que por la alcaldía de Victoria; que por las presidencias de sus respectivos partidos; pasando alguno incluso más de una vez por la candidatura a la gubernatura y a pesar de tener décadas como actores políticos vigentes en la ciudad, si Victoria hablara por sí misma seguro estoy que hacía ellos, recaerían -por mucho- más los reproches, reclamos y mentadas de madre, que los agradecimientos.

Asumo que el mero hecho de pensar en un cambio generacional y mental para la capital -que no esté bajo su control- les preocupa, y hasta les enfada, sin darse cuenta que a quienes les preocupa y enfada es a los victorenses seguir viéndolos en la escena, cuando ya alguna vez genuina pero más ingenuamente, otra generación confió en ellos: ya estuvieron, ya fueron, ya (alguno) se vendió más de una vez -y lo sigue haciendo-.

Está probado pues, y fehacientemente, que esa generación de políticos victorenses ha puesto en todo momento sus intereses personales por encima de los del pueblo capitalino. Y el colmo no es que sigan sacando la cabeza (eso solo es cinismo), lo es que apelan a la desmemoria social en pleno 2020, vaya suicidio político, porque no hacen más que confirmar lo que siempre han hecho, subestimar a la gente.

Han acumulado eso sí, con los años, medios y vías a través de los cuales harán patente su resistencia al cambio generacional: inventarán cosas, intentarán desprestigiar con injurias, atribuyendo suciedad a lo que está limpio, sin advertir que la gente lo percibe. Porque la verdad termina imponiéndose, y ya los empieza a alcanzar.

Como señalé al inicio, el león cree que todos son de su condición, gran refrán, pero a su servidor le agrada más aquella que reza: El tiempo pone las cosas en su lugar.

En Victoria el combate a la corrupción, va; y la austeridad, va también.

El cambio generacional, de mentalidad, va, sin duda. La transformación, pues, va en Victoria. Es tan necesaria como inevitable..