EL PATINADERO

TUTORES DE LA CORRUPCIÓN

Por Juan Antonio Montoya Báez


JESÚS DE LA GARZA DÍAZ DEL GUANTE no dejó un buen recuerdo como alcalde de Matamoros y por el contrario dejo una estela de corrupción y malos manejos.

También cometió el pecado de la traición, pero no se le culpa cambiar millones por su impunidad y hoy goza de una posición como pago a sus servicios.

Lo mismo se puede decir de la ex alcaldesa panista LETICIA SALAZAR, quien a su salida surgieron diversos escándalos de corrupción que la arrastraron a la derrota electoral.

De hecho su hermana VERÓNICA SALAZAR, es quien paga los platos rotos de la familia, al perder todas las elecciones en las que participa como candidata.

La última derrota fue rudeza innecesaria, pues fue la única candidata panista que perdió la elección en la entidad. Quería ser diputada local, pero cayó de manera estrepitosa, cuando sus compañeros de formula triunfaron.

De los postulados por el PAN, ella era la única favorita, al ser la persona con mayor trabajo, reconocimiento y recorrido por territorio, pero resultó todo lo contrario, VERÓNICA fue la única perdedora.

Ni CHUCHÍN DE LA GARZA, ni LETICIA SALAZAR dejaron buenos recuerdos, por el contrario sus pecados siguen sin ser castigados, el secreto de confesión es respetado y la penitencia no se cumple.

Ambos ex alcaldes de Matamoros no pudieron soportar la tentación de hacer negocios utilizando a sus seres queridos, los beneficiaron y es un pecado común que cometen muchos presidentes municipales que utilizan el presupuesto para favorecerlos como proveedores de servicios o ser los encargados de cobrar las cuotas de “recuperación” por la entrega de obras.

En el caso de LETICIA fue documentado el saqueo que realizaron en el municipio y en la Junta de Aguas y Drenaje, donde su padre RAMIRO SALAZAR fue el amo de las pipas, además de tener control de todas las compras y contratos de obra a través de su asistente en el negocio de materiales y quien también fue dada de alta como proveedora.

CHUCHÍN entregaba toda la obra pública a través de uno de sus hijos, quien era el garante de entregar los contratos y cobrar los famosos diezmos de la obra pública.

Era tanta la voracidad que cobraron por adelantado el diezmo del que pretendían convertir el negocio del trienio con la compra de más de miles de lámparas led a un precio estratosférico.

Desgraciadamente no puede sorprendernos esto, pues seguramente ya surgirán los nombres de más políticos que no soportaron la tentación de saquear el municipio y corromper a su familia en negocios sucios.

Algunos alcaldes utilizan actualmente a sus hijos e hijas para saquear Ayuntamientos, enlistándolos como proveedores o haciéndolos responsables de la entrega de obras y contratos, cobrando la respectiva comisión.

Se escucha mal y es reprobable, pero son más casos de gobernantes que envilecen a sus seres cercanos al meterlos en sus negocios sucios, se convierten en maestros y tutores de la corrupción.

Aquí en la zona centro de la entidad tenemos un ejemplo poco digno de lo que decimos y las historias siempre terminan mal, es la muerte política en el mejor de los casos, pero en otros la prisión es el peor de los destinos.

Hoy los presidentes municipales deben aprender del pasado y no cegarse por la ambición, porque viendo el presente, hasta los priístas parecen ser hermanas de la caridad.

La corrupción, no es de partidos, ni de géneros, el amor por el dinero ciega hasta el más santo, como CHUCHÍN quien se santigua antes de robar y después confiesa sus pecados.

Bueno, por hoy es todo.

Adiós y aguas con los patinazos…

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