Agencias
Una fotografía del artista plástico Francisco Toledo, reconocido y respetado en México tanto por su arte como por su activismo, yacía sobre una mesa de madera. Alrededor, flores. Fuera, en las calles, veladoras y canciones.
Así fue la sencilla pero emotiva ofrenda con la que los oaxaqueños y la familia de Toledo quisieron despedir al “maestro”, como muchos le llamaban, fallecido el jueves a los 79 años. No se informaron las causas del deceso.
Las enigmáticas pinturas, grabados y esculturas de Toledo, en las que desarrolló multitud de técnicas, retrataban los animales, colores y tradiciones de Oaxaca.
Su obra, cuya brillante paleta de colores también evocaba a su estado natal, presentaba insectos, felinos y otros animales en contextos casi mitológicos.