Del Abogado Amigo

Detrás de los parquímetros

Luis Torre Aliyán


El 14 de marzo de 2008, en tiempos de Diez Gutiérrez, el Pleno del Ayuntamiento de Victoria autorizó el inicio del procedimiento de la concesión a particulares, del Servicio Público Municipal del Estacionamiento en vía pública, lo que coloquialmente conocemos como “parquímetros”.

Después, permítanme la expresión, “simulando” un auténtico proceso de licitación, fue la empresa “Victoria – Meters” quien se quedó como concesionario, por 15 años.

¿Que si fue buena o mala la idea de la concesión? Por supuesto que fue buena, sin duda había una necesidad enorme de poner orden vial en la zona centro, y la concesión, cuya esencia de origen tenía ese objetivo, resultaba de entrada una salida lógica y viable: jurídica, operativa y económicamente hablando, además que había ejemplos exitosos ya en otras ciudades.

¿Pero, hoy 2018: qué se ve a diez años de distancia? ¿A qué se enfrentaba la administración del Doctor al llegar? ¿Quién está realmente detrás de la empresa “Victoria – Meters”? ¿La empresa cumplió o no con las obligaciones a las que la ceñía el contrato?

Y lo más importante: ¿La empresa ha dado un trato digno a los victorenses? Porque más que fungir como figura de auxilio para el orden vial, sistemáticamente aterrizaban su servicio como si se tratara de una cacería del pueblo. Abuso tras abuso, daño tras daño, año tras año, araña tras araña…

Y qué decir del perjuicio económico que ha tenido la hacienda pública municipal a través del tiempo.

La empresa, aunque tenía que correr con los gastos operativos, administrativos y de mantenimiento, de acuerdo a lo pactado en aquella

administración priista, tenía a su favor un 65% de los aprovechamientos que generaban los parquímetros, mientras al municipio le quedaba tan solo un 35% a favor.

Porque aunque medió una leve modificación al respecto tiempo después, lo cierto es que siempre se privilegiaron -y por mucho- intereses particulares por encima de los intereses de los victorenses.

Pero no solo eso, la palabra “transparencia”, en relación a los ingresos de ambas partes, no existía en su diccionario, ni en el de las administraciones priistas y mucho menos en el de la empresa.

Dicho de otra manera, ni siquiera hay certeza de que durante la vigencia del contrato el municipio haya recibido -realmente- el ingreso que correspondía a su 35%.

Estaba pues, el Doctor, frente a una disyuntiva: continuar con la opacidad y complicidad buscando incluso un beneficio personal, contribuyendo así a seguir enarbolando la corrupción, o bien, con voluntad y valentía política entrarle al tema de una manera hábil, pero responsable. Afortunadamente eligió la segunda.

Y como en su momento advertirán, los beneficios de la negociación emprendida serán tangibles tanto para la hacienda pública municipal, como para los usuarios: se trata de histórico triunfo municipal, sin precedentes, en donde por fin, detrás de una gran decisión, se puso por encima del interés de unos cuantos, el interés de todos los victorenses.

Además, la gran mayoría coincide con que a la calle Hidalgo le urge una transformación, por lo que esta genuina lucha que encabeza el Doctor sirve como antesala de la transformación del corazón del centro de la capital.

Como síndico, como abogado, pero sobre todo como victorense, creo que el Alcalde eligió el camino correcto al decidir entrarle… Congruencia, le llamo yo. No cualquiera…

En fin. Coincido con quienes apelan por que se queden los parquímetros en el resto de la zona centro, por razón de orden.

De lo que sigue, habrá certeza y atención integral. Y los disidentes, aunque parecen ser los menos, cuenten con la seguridad de que todas las voces serán escuchadas, para nutrir las decisiones en un marco de pluralidad