Como si fuera un sueño
Luis Torre Aliyán
El miércoles después de un largo día laboral, como suele ser la rutina, decidí, con el ánimo de distraerme, ir al cine. Cosa que, raramente hago.
“Museo”, una horrible película mexicana (con todo respeto para Gael García y compañía), pero Horrible, ¿eh? con mayúscula; con diálogos vacíos, sin una estructura narrativa, sin mensaje; por analogía, tan mala como la administración de Peña Nieto. Bueno, incluso vale la metáfora: el protagonista de “Museo” era un ladrón, tal como el protagonista de la novela de la Casa Blanca.
La mejor noticia es que la novela termina el 30 de noviembre y “Museo” ni aunque me pagaran la volvería a ver.
Pero, fue un día tan raro, que a pesar del porcentaje de fastidio que traía acumulado, llegué a la casa y, como hace tiempo atrás no lo hacía, prendí la tele. Y escuché (porque ni siquiera lo estaba viendo) por espacio de diez minutos el programa “Tercer grado”, y como si fuera un sueño oía a los eternos críticos de López Obrador hablando de un tema que hoy, todavía a cuatro días del programa me sigue impactando: la separación del poder político del económico, y la prevalencia del primero sobre el segundo en la disyuntiva sobre el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México.
Y es que, sí, ciertamente es ya un tema que está en muchas mesas de análisis, pero vaya sorpresa, de verdad, encontrar justamente en Televisa un contenido así, cuando fue un tema que por más que invocaban en sus libros de política y economía nacional diversos autores, para que en Televisa se abordara tal teoría, para ampliar, resultare cierta o no, el criterio democrático de los mexicanos, tenía que forzosamente ser López Obrador el presidente de México.
Para cerrar mi nostálgica pero enredosa colaboración de hoy, trataré de explicar con más claridad el porqué de mi júbilo:
Más allá de la postura tajante del gobierno federal electo respecto a la cancelación “sí o sí” de la obra de Texcoco; del “capricho” o “apertura” (depende quien lo analice) que significó el ejercicio de la consulta popular; y más allá también de las legítimas posturas empresariales que advierten la inminente inestabilidad de la economía mexicana como consecuencia de la decisión de cancelar la obra; creo, de convicción, con independencia de preferencias electorales y de ideologías particulares a las que sin duda todos tenemos derecho a simpatizar y adoptar, que la democracia de los mexicanos triunfó con el resultado a favor del licenciado López Obrador.
Porque, guste o no, y con mi reserva del pronóstico en si es para bien o mal, estimo que ya era tiempo de que el tema de la separación del poder político del económico dejara de estar solo en unos cuantos libros para que se constituyera en la agenda pública de la democracia mexicana, repito, con mis reservas en cuanto al desenlace, si es que no fuera solo simulación…
En fin. Como si fuera un sueño vi la película de “Museo”. Como si fuera un sueño escuché el programa de “Tercer grado“. Y tal como si fuera un sueño, ganó López Obrador la elección presidencial.
Hay que estar alertas para evitar bandazos, pues teóricamente todo este movimiento debería traer consigo cosas sanas para el futuro de México, y no al revés.
Entonces, atentos, pero viendo siempre para adelante. Como decía Winston Churchill: “Si comenzamos una pelea entre el pasado y el presente, nos daremos cuenta que habremos perdido nuestro futuro.”