COINCIDENCIA

COINCIDENCIA

Urge volver a confiar

Por Omar Reyes

En Tamaulipas, la desconfianza es una herida abierta. Se siente en cada retén improvisado, se ve en cada negocio cerrado, se sufre con cada madre que reza al teléfono cuando su hijo no contesta.

No es sólo miedo, es una certeza amarga de que, aún en 2025, las cosas pueden salir muy mal… y muy rápido. No es paranoia ni exageración.

Según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sólo en los primeros cinco meses del año se han denunciado más de 1,800 delitos de alto impacto en Tamaulipas. El número de personas desaparecidas, aunque ya no llame tanto la atención y no “gane” portadas, sigue creciendo con silenciosa constancia, mientras tanto, las declaraciones de las autoridades abundan, y las acciones concretas se diluyen entre comunicados.

Esta semana, mientras colectivos de búsqueda localizaban restos humanos calcinados en una finca entre Reynosa y Nuevo León, en oficinas de gobierno se hablaba de atraer inversión, de fortalecer vínculos internacionales, de cambiar la narrativa de Tamaulipas.

¿Cómo cambiar el discurso si ni siquiera hay un mínimo de justicia para quienes han perdido todo?

La esperanza en Tamaulipas no está en los discursos reciclados ni en las giras protocolarias, está en quienes no han dejado de buscar, de denunciar, y de exigir, en quienes han convertido el dolor en motor.

La esperanza sigue en las maestras que sostienen la educación en comunidades olvidadas, en los jóvenes que emprenden un “negocito” a pesar de la precariedad, y en quienes a pesar de todo, creen que Tamaulipas puede ser más que una nota roja o un informe de riesgos.

Volver a confiar es un acto de resistencia. 

Y eso implica que el Estado, desde todos sus niveles, asuma su deuda con la verdad y que garantice el acceso real a la justicia, que los programas sociales dejen de ser dádivas electoreras y se conviertan en herramientas de dignidad, que el crecimiento económico venga acompañado de seguridad y de reparación de daños, no solo de inversión extranjera.

Suena a “sueño guajiro”, pero ya es tiempo de que eso cambie en México.

QUE CURIOSO

El tiempo es “oro”, y cuando se tiene en las manos la responsabilidad de un país, no se puede dar el lujo de perder ni un minuto. No sirvió de nada perder horas en un avión comercial, cuando se pudieron aprovechar en una de las cumbres más importantes del mundo.

¿Usted qué opina?