DEL ABOGADO AMIGO
Abismo entre norma – urnas, y la realidad
Por Luis Torre Aliyán
La constitución política de Tamaulipas contempla en su artículo 29 fracción IV un requisito para ser Diputado, que es: “IV.- Poseer suficiente instrucción..”
Es decir, contar con un caudal de conocimientos adquiridos, de tal suerte que se ostente con dignidad y provecho tal representación popular. Situación que evidentemente casi no se da, estimado lector.
Recuerdo hace algunos meses haber escrito en este espacio cómo es que desde mi perspectiva la legislatura local anterior pasaría a la historia como irresponsable.
Pues a mi juicio constitucional y legal en el tema polémico del desafuero -tópico que sigue vigente- los legisladores estatales debieron sólo limitarse a cumplir lo que el Congreso de la Unión había determinado.
Pero sin perderme del punto, puntualizaba en aquél texto sobre la vergüenza que daba aquél cuerpo colegiado por ningunear la división de poderes y estar a merced del ejecutivo estatal, sin imaginar que la legislatura siguiente (la actual) saldría aún peor…
Ya que en vez de dedicar su tarea a una agenda que ataña directamente al bienestar de los tamaulipecos, sistemáticamente, semana tras semana han degradado aún más el nivel del Congreso del Estado.
Porque salvo honrosas excepciones individuales, la narrativa ha sido absorbida por cuestiones políticas, la última como todos sabemos, que quienes tenían mayoría ya no la tienen.
Entonces, pobres tamaulipecos.
Por un lado llegan generalmente a ocupar el cargo de Diputado sujetos que no poseen suficiente instrucción como ya dije mandata la constitución de nuestra entidad federativa.
Esto es, la gran mayoría no son especialistas en ninguna materia -mas que en ocupar cargos públicos-, carecen de habilidad para debatir y defender un punto, no transmiten bien en medios de comunicación, reprobarían un curso básico de oratoria en tribuna y no se diga de retórica.
Y por otro lado, el espíritu social que reinó en la elección del año pasado, fue para que hubiera un contrapeso al empoderado poder ejecutivo desde el poder legislativo; fue, me atrevo a decir, un triunfo ciudadano en las urnas pero… vaya corrupción, perdón, decepción. Y también es enorme la ausencia de liderazgo en quien hoy ya debería de tenerlo. Tibieza excesiva. Una pena.
En fin, sería un mundo ideal si entre las ventajas de nuestros legisladores estuviera leer la jurisprudencia de la Suprema Corte ( ¡de perdido de vez en cuando! ), comprender el ‘adn’ de los últimos cambios constitucionales y ser sensibles a la agenda progresista que reclaman las mayorías; tener una agenda propia en concordancia con la de su fracción, además de estar en contacto permanente con su distrito para recoger sus necesidades regulatorias, aunque sea para desregular, como a veces es el deseo sobre algunos temas.
Pero no soy ingenuo, ésta legislatura está a años luz de ello. Aquí en el hoy y ahora, no se cumple con la fracción IV del artículo 29 de la constitucional local; e indignantemente quienes obtuvieron la mayoría gracias al pueblo, ya hoy no la tienen.
Es lamentable el abismo que hay entre norma – urnas y la realidad. A mitad de marzo de 2022: Pobre Tamaulipas.