PECHOS AL AIRE
Por Juan Antonio Montoya Báez
En lo particular no nos apetecen las corridas de toros, podemos decir que hemos asistido a algunas de ellas en diferentes plazas, pero el resultado ha sido el mismo, nos retiramos con un sabor agridulce.
Por un lado saboreamos la valentía de los toreros y de quienes participan en la corrida, pero también nos duele ver la forma que van mermando la fuerza del toro con picas y banderillas, al hacerlo sangrar para que pierda fuerza paulatinamente hasta quedar exhausto y listo para entregarse la espada, muriendo en el centro del ruedo.
Un amigo al que consideramos experto en la tauromaquia, nos decía que el sacrificio del animal tiene su recompensa, pues el toro de lidia es una especie que quizá estuviera en peligro de extinción, pues no es apto para su explotación comercial.
Aseguraba que al ser muy feroz, su temperamento no es el idóneo para su reproducción, su carne era de calidad inferior, al igual que la producción de leche, comparado con otras razas bovinas.
Los ganaderos comerciales seguramente lo último que decidirían es la crianza de toros de lidia en caso de que desaparecieran las corridas de toro.
Económicamente no les sería redituable de acuerdo a la explicación del experto, por lo que sería una especie en peligro de extinción.
En ese sentido, expone que con su sacrificio en el ruedo, permite la supervivencia de su raza y mientras existan las corridas de toro, este hermoso y bravo animal persistirá en la faz de la tierra.
Esto va ligado a la prohibición del uso de animales en los circos de México, pues la medida aprobada fue contraproducente para las especies que recorrían el país en los espectáculos.
Al iniciar la vigencia de esta ley en el 2015, Semarnat contaba con mil 298 animales censados en los 80 circos del país, de los cuales murieron el 80 % al ser retirados.
En el 2016 en el último censo que lograron hacer, solamente 300 animales se mantenían vivo, por desgracia la mayoría fueron comprados por coleccionistas privados, taxidermistas o cayeron en manos de traficantes de especies, por lo que muchos terminaron mal.
De acuerdo a Semarnat, los animales que corrieron mejor suerte permanecen vivos en santuarios o en zoológicos, donde por desgracia enfermaron y viven en depresión, por lo que el 20% que sobrevivió no se encuentra en las mejores condiciones.
La Ley General de Vida Silvestre no contempló un plan ni un destino para estos animales, que ya de por sí habían tenido una vida complicada en un circo, su futuro y venta quedó a la deriva y años después las autoridades desconocen el destino de las especies exóticas.
En su evaluación, Profepa afirma que se trató de una ley innecesaria, pues no garantizó las condiciones para el retiro y atención de los animales.
Hubo daños colaterales, perdieron los animales que servían en los espectáculos circenses, pero también los trabajadores de los circos, sus propietarios y los espectadores por una absurda ley que en lugar de ayudar provocó la muerte en masa de especies exóticas que terminaron de tapetes.
Retoma fuerza un movimiento contra corridas de toro, grupos de la sociedad civil, organizaciones ecologistas y algunas corrientes políticas se manifiestan, feministas muestras sus pechos al aire para protestar, quizá ganen al final, pero sin querer podrían acabar con la especie que pretenden salvar.
La experiencia de los circos ahí se encuentra, con una ley que acabo hasta con lo que pretendían defender, los deseos pueden convertirse en pesadillas.
Bueno, por hoy es todo.
Adiós y aguas con los patinazos…
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