Pasar de los discursos a las acciones, demandan madres de desaparecidos
Por Angélica Guerrero
México, 23 Ago (Notimex).- Desde hace nueve años, Mercedes Ruiz busca a su hijo y abogado Guillermo Alejandro Ortiz, quien desapareció tras trabajar un caso de la mina de Aquila en el estado de Michoacán.
El 27 de noviembre de 2010 salió con su socia de despacho, Vianey Hernández, «y a partir del 29 de noviembre (de ese año) no tenemos noticias de ellos», dice la madre del joven desaparecido.
«Ellos desaparecen en la costa michoacana, uno de los últimos trabajos que estaban realizando en esa zona era la denuncia de una mina, se dirigían a poblaciones de la costa en las cercanías de Aquila».
Mercedes Ruiz recuerda que por esas fechas hubo una fuerte presencia militar para detener a un integrante de un cartel y dos años después, cuando leyó el expediente de su hijo, descubrió que las últimas llamadas que realizó se registraron «en las cercanías de la 47 Zona Militar de Apatzingán».
Sin saber hasta ahora el paradero de su hijo, revela que el motivo de su desaparición pudo ser por el caso que él estaba llevando.
Así lo narró Mercedes Ruiz frente a estudiantes de la carrera de Derecho en el Claustro de Sor Juana en la Ciudad de México, donde explicó que ahora pertenece a una organización de familias que buscan a sus desaparecidos llamada Caminando por la Justicia, la cual desde hace dos años tomó la Plaza Pública de Morelia «para nombrar a nuestros familiares, para hacer presentes a los desaparecidos».
Sus trabajos consisten en recorridos y el descubrimiento de fosas, y aunque han logrado que por lo menos algunos padres y madres se reencuentren con los restos humanos de sus familiares también ha sufrido la muerte de algunas de sus compañeras al convertirse en activistas.
Ana, quien también busca a Óscar, un joven hondureño que salió de su país a causa de la violencia para estudiar la carrera de Derecho, desapareció hace nueve años con siete meses y la última vez que se tuvo conocimiento de él fue en el estado de Jalisco.
«A partir de la desaparición de mi hijo yo decidí venirme a México para buscarlo porque yo sé que nadie me va a buscar a mi hijo, porque no hay ninguna autoridad que nos escuche, que quiera hacer el trabajo de búsqueda y de dar con el paradero de nuestros familiares», manifestó.
Frente al representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) en México, Antonino de Leo, otra activista, Ericka, quien se encarga de acompañar a los familiares de personas desaparecidas, destacó que las víctimas se encuentran cansadas de participar en foros y de ser calificadas como «las locas de la plaza».
«Construir la paz también necesita de movernos de lugar, de discursos que están muy bien, pero queremos que todo este dolor se convierta en acciones de búsqueda. Ante todos estos agravios tenemos una crisis humanitaria, una crisis forense y hay que dejar de vernos desde el yo y vernos como el nosotros”, agregó.