Agencias
Con el uso de procedimientos de crianza positiva en padres entrenados, se puede prevenir el llamado trastorno oposicionista desafiante en niños desde la edad preescolar, dijo la psicóloga de la UNAM, Silvia Morales Chainé.
Las actitudes más comunes que caracterizan a este padecimiento son: berrinches, discusiones con los adultos, oposición, desobediencia, irritabilidad, enojo, agresión, resentimiento hacia las figuras de autoridad, inatención e hiperactividad, señaló en un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La académica de la máxima casa de estudios afirmó que la falta de límites o condiciones disciplinarias en la familia promueve los problemas de conducta propios de esta afección, ya que los pequeños son altamente reactivos a las condiciones sociales y ambientales, y con estas actitudes ganan beneficios, lo que retroalimenta esos comportamientos.
Indicó que en México, 20 por ciento de los niños en edad escolar (2 a 12 años) están en riesgo de padecer problemas severos de conducta, mismos que dificultan su inserción a la vida escolar, familiar y social en general; además, los pueden llevar a un rendimiento escolar bajo.
El tratamiento consiste en un programa de intervención conductual, emocional y cognoscitivo, apuntó.
Explicó que padres y cuidadores deben participar en estrategias disciplinarias para mejorar las conductas negativas.
Cuando niños y adolescentes son sometidos a programas exitosos, comienzan a cambiar y muestran actitudes prosociales.
De acuerdo con un estudio realizado por la experta y sus colaboradores, publicado en «Health and Addictions» en 2017, en el que participaron 466 padres de familia con hijos entre los 2 y 12 años de edad, se destacó que la disciplina de los padres en casa es esencial; pero un estilo irritable, explosivo, asociado con emociones negativas, puede empeorar el comportamiento inadecuado de los infantes.
El muestreo fue por cuota de escuelas públicas de educación básica en la Ciudad de México y los problemas severos de conducta se asociaron con niveles elevados de castigo.
Abundó que uno de los indicadores asociados con los problemas severos de conducta de los menores es el castigo corporal: golpearlos con la mano si hacen algo mal, ignorarlos o darles cachetadas cuando no se portan bien, quitarles premios o dinero, mandarlos a su cuarto o pegarles con el cinturón o gritarles.
Este grupo de investigadores realizó otro estudio presentado en la revista «Behavioral Psychology», en 2016, en el que invitaron a 128 padres de familia de ocho entidades, al programa de entrenamiento en prácticas de crianza positiva por algún problema de conducta con alguno de sus hijos de entre 2 y 12 años de edad.
Los resultados del análisis arrojaron que ante el uso de procedimientos de crianza positiva, los padres reportaron mejoras en el comportamiento de sus hijos.
De ese modo, sostuvo Morales Chainé, los agentes principales del cambio de conducta de los niños son los padres, maestros y figuras de autoridad que los rodean.
La especialista advirtió que si los pequeños no son atendidos podrían desarrollar otros problemas de conducta antisocial cada vez más complejos.
Los adolescentes que tuvieron conducta oposicionista desafiante y no recibieron ayuda tienden a la agresión, a unirse a grupos delictivos, a consumir sustancias psicoactivas y a tener mayor dificultad para insertarse en la
sociedad, agregó.