EXPEDIENTE

DE CULIACÁN A VOLCÁN POPOCATÉPETL

Por Azahel Jaramillo H.


En 15 días el proyecto de la Cuarta Transformación ha sufrido varios reveses que fortalecen a quienes el Presidente de la República llama sus adversarios.

El jueves 17 de octubre los ojos de la nación se dirigieron a Culiacán, Sinaloa donde la detención del junior de un capo –Ovidio  Guzmán—exhibió lo impensable: un Ejército mexicano que retrocede, que emprende la retirada, con imágenes inéditas de elementos de las fuerzas armadas –garantes de la paz, el orden y la seguridad—se les ve charlando en plan de amiguis con sicarios armados a plena luz del día en una garita de CuliacánAl día siguiente, en una “mañanera” en Palacio Nacional ocurre lo que jamás ocurrió con la prensa y el Presidente la República. Nunca. Es histórica aquella entrevista en que en el Castillo de Chapultepec un envejecido dictador Porfirio Díaz le dice al periodista norteamericano James Creelman “que esta nación está ya preparada para la vida en Democracia”, hecho que desató la búsqueda en las urnas de Francisco I. Madero de la Presidencia, y acabaría por desatar la Revolución Mexicana, el destierro de Díaz y el advenimiento de un nuevo régimen.

Tras el “culiacanazo” ocurrieron un par de cosas: el enfrentamiento del Presidente con los reporteros de la mañanera en que AMLO llamo perros a los periodistas y el escozor del alto mando militar.

El tema con los reporteros era precisar detalles del frustrado operativo militar en Culiacán, que motivo lo nunca imaginado: que un grupo de periodistas encararán puestos de pie, alterados, a gritos al Presidente de la nación mexicana.

López Obrador puso en pantalla, frente a todos, una copia de la portada sin el logotipo, aunque las tipografías y el diseño, como pasa en todo el mundo, son parte de la identidad de un medio. De inmediato se supo que la crítica iba contra La Jornada.

Y desató el intercambio al tu por tu, Prensa-Presidente de la República.

–“¿Cuál pieza del Cártel de Sinaloa negocia con las fuerzas federales?”

Enojado, alterado, como el padre que regaña a su hijo adolescente respondió López Obrador:

  1. “Ninguna. Ninguna. Pero si Azteca quiere poner eso, que lo ponga”.

Y el veinteañero reportero de TV Azteca, sin respeto ni temor a la investidura presidencial, retobó:

–“No, Presidente. No es un asunto de Televisión Azteca y mucho menos un asunto de Hechos”.

El Presidente lo interrumpió. El reportero respondió: “Bueno, perdón la duda…”

López Obrador dijo: “Son asuntos muy serios que requieren de responsabilidad y no se puede por el amarillismo el poner en tela de juicio una acción tan importante que es un parteaguas en lo que era una política autoritaria, que nunca fue cuestionada por los medios, con honrosas excepciones, que fue aplaudida por los medios; una política que desató la violencia en México porque se declaró una guerra y causó miles de muertos y convirtió a México en un cementerio”.

En ese marco, dueño y señor del escenario, el Presidente hurgó en su memoria, en su conocimiento de la vida y obra de Francisco I. Madero para insultar a los molestos periodistas.

“Le muerden la mano a quien les quitó el bozal”, evocó el presidente Andrés Manuel a Gustavo Madero en una frase. Pero ya no pudo contener en la “mañanera” los gritos de los reporteros, algunos puestos de pie.

Entonces AMLO cortó, a gritos dijo están muy alterados, mejor mañana le seguimos. Y se acabó la rueda de prensa, en que como una fiesta familiar, los hijos como nunca le faltaron el respeto al padre. Porque Andrés Manuel López Obrador es exactamente eso: el Jefe de la nación, el Comandante supremo de las fuerzas armadas.

Un Jefe de la nación que un día y otro también recurre a la descalificación, utilizando palabras como conservadores, chayoteros, fifís, adversarios… en lugar de convocar a la Unidad nacional.

En los días sucesivos ocurrieron las diferencias con el alto mando militar. Ya antes los alcaldes panistas y perredistas habían sido gaseados a las puertas de Palacio Nacional. Y luego ocurre el asunto que hoy ocupa: el asesinato a mansalva de mujeres  y niños de la familia Le Barón, lo que provocó la inédita declaración del presidente de la nación más poderosa del planeta: usted nomas digame y yo le mando al Ejército norteamericano.

En este contexto ahora las atención nacional puesta en Chihuahua y Sonora solamente puede irse a otro lado con la detención de un ex presidente de la república o la escabrosa revelación de intimidades de una figura pública de culto  nacional… cantante, actor, actriz, deportista, empresario. O que haga erupción el volcán Popocatépetl. NOS VEMOS.

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